El flash, el gran aliado del fotógrado. Algunos tenemos una relación de amor / odio con él y precisamente por ello le quiero dedicar este post a mis primeros pasos con el flash.
Mi primera recomendación es tener claro con qué tipo de luz principal quieres trabajar en tus retratos. Es decir, en estudio ( luz artificial ) o en exteriores ( luz natural ).
Personalmente no tengo dudas, la fotografía en exterior es mucho más accesible para iniciarse, tanto por el ahorro del coste de un equipo de estudio como por la belleza de las tomas al amanecer o en la hora azul con precioso fondo urbano o nocturno.
En exteriores la técnica de flash más utilizada es el flash de relleno especialmente durante el día para rellenar las sombras duras generadas por el propio sujeto al ser iluminado por el sol. Imagina que estás frente a un bonito paisaje y el sol está a contraluz, para que tu rostro no aparezca oscuro y tus amigos te reconozcan en Instagram 😉 debes usar flash.
Os quiero mostrar unos ejercicios que me gusta practicar para mejorar mi técnica.
Aprovechando la noche, recreamos la luces que podríamos tener en un estudio y así usar distintas fuentes de luz. Dependiendo del tamaño, distancia, ángulo y potencia de la fuente de luz conseguimos crear distintos efectos en el retrato.
También podemos añadir otro flash al esquema de iluminación para usarlo como luz de recorte o como segunda luz principal, que en este caso, unido a filtros de color, conseguimos efectos muy divertidos.
En estos casos acudir al ensayo y error es una de las mejores maneras de aprender a usarlo, por lo que es importante no tirar la toalla. Para esos momentos de frustración me gustaría recomendar una técnica de gran utilidad y que suele dar buen resultado: la luz rebotada. Consiste en iluminar al sujeto, no con la luz directa del flash sino rebotada en otro objeto, ya sea la pared o el techo. De esta manera la luz que se proyecta es más difusa y blanda.
No todos nacemos aprendidos por lo que es necesario dedicarle horas y tiempo, por eso animo a practicar y no perder la esperanza.
Qué buen trabajo!