Las vacaciones navideñas las acabamos en Milán, ciudad del diseño y la moda. Nos alojamos en un antiguo monasterio que fue adaptado como orfanato y finalmente como hotel. Llegamos el día de año nuevo y solo disponíamos de dos días para visitar esta ciudad.

Como destino turístico, Milán no es la ciudad más recomendada, pero sí que es cierto que ofrece multiplicidad de servicios, la oferta de museos, centros comerciales y restaurantes es muy amplia; y la comunicación donde destacamos su red de tranvías, es de lo más graciosa. No obstante, es una ciudad gris, dada su arquitectura y su climatología, aunque en el gremio de la fotografía, esta atmósfera resulta de lo más atractiva.

Para aquellos interesados en las fotos personales, los sitios más demandados por los bloggers-instagramers son la Piazza del Duomo, las galerías Vittorio Emmanuelle II y la Arco della Pace. Para aquellos que sean fanáticos se las focales fijas, recomendamos llevar al menos un 35mm y un 85mm, ideales para fotografía urbana y retrato, respectivamente.

Para los amantes de la moda, no podéis iros sin pasear y admirar los escaparates de la Vía della Spiga, que en esta época del año está cuidadosamente decorada con luces y árboles de navidad.

Como oferta gastronómica, recomendamos perderse por la zona del canal Naviglio Grande, donde es típico ir a partir de las 7 de la tarde a disfrutar del típico aperitivo milanés, donde se paga el precio de la bebida (entre 7 y 10 euros) y puedes disfrutar de la gran variedad de comida italiana que tienen solo pagando la consumición.

Y aquí, fotografía en movimiento 😉

Categorías: Viajes

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